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viernes, 31 de julio de 2009

Biografia, Dale Carnegie



Nació en 1888 en Maryville, Missouri; Carnegie se crió en una granja, siendo el segundo hijo de James William y Amanda Elizabeth Carnegie. En su juventud, trabajó en el campo al tiempo que realizaba sus estudios en el State Teacher's College en Warrensburg, graduándose como maestro de escuela. Su primer trabajo tras la universidad fue vender cursos de correspondencia a hacendados (rancheros); luego pasó a ser vendedor de tocino, jabón y manteca de la empresa Armour & Company. Tuvo tanto éxito que consiguió que su zona, Omaha del Sur, fuese líder nacional de ventas para la empresa.

El mayor éxito de mercadotecnia de Dale Carnegie fue cambiar la dicción de su apellido materno de «Carnegey» a Carnegie, en un momento en el que el empresario Andrew Carnegie era ampliamente reverenciado y reconocido.

“A los veintitrés años yo era uno de los jóvenes más infelices que había en Nueva York. Vendía motores de camiones para ganarme la vida. No tenía la menor idea de qué era lo que hacía funcionar un motor. Pero eso no era todo: ni siquiera me interesaba aprenderlo. Detestaba mi trabajo. Detestaba vivir en una barata habitación amueblada en la calle 66 Oeste, una habitación llena de cucarachas. Todavía me acuerdo de que yo tenía un montón de corbatas colgadas en las paredes, y cuando iba a sacar una cada mañana, las cucarachas escapaban en todas direcciones. Detestaba tener que comer en restaurantes baratos y sucios, que seguramente también estaban llenos de cucarachas.

“Regresaba todas las noches a mi solitaria habitación con un terrible dolor de cabeza, que se alimentaba y nutría con las desilusiones, las preocupaciones, la amargura y la rebeldía. Me rebelaba porque los sueños que yo había acariciado allá por los tiempos en que estaba en el colegio se habían convertido en pesadillas. ¿Esto era la vida? ¿Era esta la aventura vital que yo había esperado con tanta ansiedad? ¿Era esto todo lo que la vida iba a significar para mí, ocupado en un trabajo que despreciaba y sin esperanza alguna para el futuro? Ansiaba tener tiempo para leer. Ansiaba escribir los libros que había soñado escribir cuando estaba en el colegio.

“Sabía que tenía todo para ganar y nada para perder si abandonaba el trabajo que detestaba. No estaba interesado en hacer mucho dinero, pero sí me interesaba vivir mucho. En suma, había llegado a un Rubicón, a ese momento de decisión que debe enfrentar la mayoría de los jóvenes cuando comienzan a vivir por su cuenta. De modo que tomé mi decisión, y esa decisión alteró por completo mi futuro. Ha hecho que el resto de mi vida fuera feliz y satisfactoria más allá de mis utópicas aspiraciones.
“Esta fue mi decisión: abandonaría el trabajo que detestaba y, dado que había pasado cuatro años estudiando en el State Teachers College de Warrensburg, Missouri, estudiando para ser docente, viviría dando clases a adultos en las escuelas nocturnas. De este modo tendría el día libre para leer libros, preparar las clases, escribir novelas y cuentos. Yo quería ‘vivir para escribir y escribir para vivir’.”

Dale Carnegie




Un emprendedor debe aprender y dominar el sutil arte de la comunicación. Los líderes exitosos fueron y son expertos comunicadores. No importa a que nos dediquemos; para el empresario, el profesional, el empleado, la capacidad de comunicarse es fundamental, de ella depende el éxito en su actividad.

Dale Carnegie fue un experto en el tema y en uno de sus libros escribió las siguientes líneas al respecto:

“…¿Alguna vez usted se ha cuestionado que el perro es el único animal que no tiene que trabajar para vivir? La gallina tiene que poner huevos. La vaca tiene que dar leche y el canario tiene que cantar. Pero el perro se gana la vida sólo dando muestras de amor…”

Sin duda, los perros son comunicadores natos y obtienen en forma natural lo que desean de los seres humanos. Hay mucho que aprender de esos simpáticos animales. Ellos conocen muy bien su negocio y lo manejan en forma magistral. Para qué leer libros sobre relaciones humanas si tenemos un maestro en casa.

Bueno, también existen personas que saben de los beneficios de un buena comunicación, y lo hacen con exquisita creatividad. Dale Carnegie nos presenta un caso de su propia experiencia:

“El año pasado yo necesitaba una secretaria privada, y puse un aviso en el diario con un número de casilla de correo. Calculo que recibí unas trescientas cartas. Casi todas comenzaban con algo así: ‘Esta carta es respuesta a su aviso en el Times del domingo con Casilla de Correo 299. Deseo ser considerada para el cargo que ofrece. Tengo veintiséis años, etc. …’
Pero una mujer fue astuta. No hablaba acerca de lo que ella quería. Hablaba de lo que yo quería. Su carta decía más o menos esto: ‘Estimado señor. Probablemente usted va a recibir unas doscientas o trescientas cartas en respuesta a su aviso. Usted es un hombre ocupado. No tiene tiempo para leerlas todas. De modo que si usted, en este mismo momento toma el teléfono y llama al… (ya no me acuerdo del número)… me encantaría acercarme a su oficina y dedicarme a abrir las cartas, desechar las menos interesantes y darle a usted las demás. Tengo quince años de experiencia…’
Luego seguía contándome acerca de toda la gente importante con la que había trabajado. En el momento en que recibí esa carta, me sentí con ganas de bailar sobre la mesa.
De inmediato la llamé por teléfono y le dije que viniera, pero llegué demasiado tarde. Otro empleador la había contratado. Un mujer como esa tiene el mundo de los negocios a sus pies”.

1 comentario:

luis albeiro dijo...

sin duda unas de las mentes mas brillantes y mas versadas en el tema de las relaciones humanas este señor que murio mucho antes de yo nacer y aun despues de mas de medio siglo sige enseñando a las mentes inquietas y avidas de conocimientos el camino al exito y la felicidad me proclamo ferbiente admirador de tan honorable caballero espero que las generaciones sigientes sigan veneficiandose de las enseñansas de este gran hombre paz en su tumba gracias mil senor dale att luis a valencia colombia sud america e mail paisita37buga@hotmail.com